Dijo Dios:
—Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza para que domine sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo.
Y creó Dios al ser humano a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó.
Y los bendijo Dios diciéndoles:
«Sean fecundos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo».
Les dijo también:
«Les confío todas las plantas que en la tierra engendran semilla, y todos los árboles con su fruto y su semilla; ellos les servirán de alimento».
A todos los animales de la tierra, y a todas las aves del cielo, y a todos los seres vivientes que se arrastran por la tierra, la hierba verde les servirá de alimento.
Y así sucedió.
Y vio Dios todo lo que había hecho, y todo era muy bueno.
Vino la noche, llegó la mañana:
ese fue el sexto día.
Así quedaron concluidos el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos. Para el séptimo día Dios había concluido su obra y descansó el día séptimo de todo lo que había hecho. Y bendijo Dios el día séptimo y lo declaró día sagrado, porque en ese día descansó Dios de toda su obra creadora.
R/. Afianza, Señor, la obra de nuestras manos.
Antes que se formasen los montes
y la tierra y el orbe surgieran,
desde siempre y para siempre tú eres Dios. R/.
Tú haces que el ser humano vuelva al polvo,
diciendo: ¡Regresen hijos de Adán!
Porque mil años son ante tus ojos
como un día, como un ayer que ya pasó,
como una vigilia en la noche. R/.
Enséñanos a contar nuestros días
y tendremos así un corazón sabio.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
¡Apiádate de tus siervos! R/.
Cólmanos de tu amor por la mañana,
para que cantemos alegres toda la vida.
Que se muestre a tus siervos tu obra
y a tus hijos tu esplendor. R/.
En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo donde se puso a enseñar en su sinagoga, de tal manera que la gente no salía de su asombro y se preguntaba:
—¿De dónde le vienen a este los conocimientos que tiene y los milagros que hace? ¿No es este el hijo del carpintero? ¿No es María su madre, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no viven todas ellas entre nosotros? ¿De dónde ha sacado todo eso?
Así que estaban desconcertados a causa de Jesús. Por eso les dijo:
—Solo en su propia tierra y en su propia casa menosprecian a un profeta.
Y a causa de su falta de fe, no hizo allí muchos milagros.
Palabra del Señor